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El cardenal Joseph Fesch y Monseñor Louis-Jacques-Maurice de Bonald desempeñaron un papel esencial contribuyendo al prestigio y al enriquecimiento de la colección del tesoro.
Cuando el cardenal Joseph Fesch, nombrado por su sobrino el emperador Napoleón, se convirtió en Primado de los Galos en 1802, la catedral de Saint-Jean fue despojada de sus ornamentos. Transformado en templo de la Razón durante la Revolución, el edificio acababa de ser devuelto al culto.
Aunque desempeñó un papel político esencial entre el Imperio francés y el Papado, el cardenal nunca dejó de dedicarse a restaurar el prestigio de su arzobispado. Adquirió numerosos cuadros para la catedral, y el tesoro renació gracias a obras encargadas para ceremonias que recuperaron parte de su esplendor olvidado. Tras la caída del Imperio en 1814, este alto dignatario se refugió en Roma hasta su muerte en 1839.
Monseñor Louis -Jacques-Maurice de Bonald se convirtió en jefe de la archidiócesis en 1840. Verdadero amante del arte, durante sus viajes buscó objetos religiosos de la Edad Media y los donó al tesoro de Saint-Jean.
El prelado encargó nuevas piezas para el tesoro a orfebres de Lyon, inspirándose en el repertorio decorativo de la Edad Media. También quiso promover las creaciones de la ciudad de Lyon, que en aquella época contaba con numerosos talleres de arte sacro que exportaban obras de calidad a todo el mundo.